En estas últimas semanas nos acompaña el cambio de temperatura, estamos entrando en el invierno y con estos grados de menos llegan los constipados, gripes, etc.
Yo me sumo a estos síntomas varios que no acaban de definirse en un ‘diagnóstico’ concreto y existen en mi. La primera reacción que tuve fue la molestia por no encontrarme bien y como esto entorpecía mi hacer diario. Después, me di cuenta que estos síntomas me ayudan a parar de hacer cosas y me acercan a mi.
Cuando mi automático se apodera de mi, una de las cosas que hago es funcionar de forma rápida y hacer muchas cosas en un día. Si estoy en este ‘modo’, es más difícil que me entere de qué me ocurre y qué necesito. Es decir, me cuesta tenerme en cuenta y la consciencia del momento brilla por su ausencia. Y esto me lleva a un estado más bien intranquilo y de poco cuidado de mi misma.
Al empezar con el malestar físico y reducir mi ritmo, me doy cuenta de que días atrás no me estaba percatando de lo que me iba ocurriendo y por tanto, no me estaba cuidando, ¡con lo bien que me sienta cuidarme! Así que, a pesar del malestar, agradezco este momento porque me ayuda a parar y prestarme atención (cómo estoy, qué siento, qué necesito…). Y desde esta reconexión conmigo, seguir en mi día a día.
Y a ti, ¿qué te aporta el malestar físico? ¿te das cuenta de cuál es tu automático?
Espero que estas palabras te sirvan para reflexionar sobre ti y poner consciencia en tus mecanismos y formas de funcionar.
Si te apetece compartirte, espero tus comentarios ;-).
Para acabar, te dejo un escrito de Osho que me gusta:
‘Todo es como tiene que ser. Todo está en paz. Serénate. Tú eres lo único que está inquieto.’