Todxs tenemos muchas polaridades internas. Cuando decimos características de nuestra personalidad, todas ellas tienen un opuesto, el que nosotrxs identifiquemos como tal. Por ejemplo: ordenadx – desordenadx, aburridx – divertidx, etc. Son infinitas las polaridades y las combinaciones, ya que para cada persona la vivencia es diferente. En este post utilizaré una de las polaridades más comunes para explicarte cómo funcionan.
¿Qué es una polaridad?
Una polaridad está formada por dos polos opuestos/contrarios, pero no contradictorios. Puedes imaginarte cada polo en el extremo de una línea y la distancia de polo a polo son todos los grados que hay entre uno y otro. Pongamos una polaridad de ejemplo sencilla, orden y desorden. En mi casa puedo tener todo por el medio (máximo desorden), sólo tener los platos por fregar (poco desorden/bastante ordenado) o todo en su sitio (muy ordenado).
Lo que nos suele ocurrir a las personas es que nos identificamos sólo con uno de los polos y el otro no nos suele gustar, de manera que cada vez que aparece en nosotrxs, lo rechazamos. El aprendizaje está en reconocer las dos partes como propias y aceptarlas. Hace unos meses colgaba un post con un ejercicio práctico sobre esto, léelo aquí.
El deber y el querer
El deber y el querer es una polaridad interna que tenemos todxs. En terapia gestalt le llamamos el perro de arriba y el perro de abajo. Explico a continuación cada polo:
- Perro de arriba se encarga de los deberías, se expresa de forma autoritaria, ejemplar, siempre tiene la razón, exige y amenaza. Dice cosas del estilo, ‘si no haces X te pasará Z y todo se acabará’. Es el que manda y representa al adultx interno el/la que pone las normas.
- Perro de abajo se muestra defensivo, adulador, víctima, se justifica y pospone sus compromisos. Dice cosas del estilo, ‘no quiero o no puedo’, ‘ya lo haré mañana’. Es el mandado y representa al niñx interno que manipula para conseguir lo que quiere.
Esta lucha interna produce ansiedad y sufrimiento, y nos aleja de la realidad del momento, del aquí y ahora. Nos aleja porque esa discusión entre esas dos partes no presta atención a lo que está sucediendo y por tanto, la necesidad real del momento no se atiende. Sino que la discusión se basa en cuestiones aprendidas y en su propia relación de mandón – mandado, donde ambas partes se intentan controlar mutuamente. Fritz Perls lo explica de la siguiente manera:
“De modo que el perro de arriba y el perro de abajo luchan por el control. Como todo padre e hijo luchan entre sí para conseguir el control. La persona se fragmenta en controlador y controlado. Este conflicto interior, la lucha entre el perro de arriba y el perro de abajo nunca es completa, no se resuelve en definitiva porque ambos luchan por sus vidas.” Fritz Perls.
Salida saludable
Como comentaba unos párrafos arriba, el aprendizaje pasa por reconocer las dos partes como propias, en este caso reconocer mi parte mandona y la mandada. También es importante ver que habilidades tiene cada una, qué me aportan (el para qué). En terapia gestalt proponemos un diálogo entre las dos partes para que puedan llegar a un entendimiento.
Hay personas que se identifican más con una de las dos partes, por eso es importante dar lugar a la otra. También es importante, saber que ninguna es mejor que la otra. Habrá situaciones donde una juegue un papel más principal que la otra y viceversa. Además, una existe gracias a la otra, son las dos caras de la misma moneda.
¿Cómo te relacionas con tu polaridad mandón/a – mandadx? ¿Y con las demás? Espero que este post te invite a la reflexión. Si te apetece compartirte, encantada de leerte.
Bibliografía
Peñarrubia, F. (2008). Terapia Gestalt. La vía del vacío fértil. Madrid: Alianza Editorial.
Perls, F. (1974). Sueños y existencia. Chile: Ed. Cuatro Vientos.