Reflexión de una confinada
Llevo semanas pensando en si escribo o no, en si ofrezco algo diferente o no…he ido teniendo toda una conversación interna sobre si quería hacer una aportación concreta en esta situación que estamos viviendo. Y ahora, estaba tumbada en el sofá, mirando por la ventana y me ha apetecido escribir mi propia reflexión/opinión sobre el autocuidado en época de confinamiento. Y aquí estoy, escribiendo con y por gusto. Podría decir que seguir mi brújula interna está siendo la manera de cuidarme. ¿Qué me hace sentirme a gusto? ¿con qué siento bienestar interno? ¿estoy siendo coherente conmigo?…
Estamos en la quinta semana de confinamiento, en este tiempo me ha dado tiempo de: reir, llorar, enfadarme, hacer deporte, lesionarme, videollamadas, echar de menos, trabajar, reunirme, querer respirar al aire libre, estar conspiranoica, querer iluminarme, meditar, bailar, desear y necesitar mimos (y también sexo, claro), leer, preocuparme, ponerme punky, dibujar, mirar por la ventana, etc. Y en todo esto que me iba pasando quería encontrar la manera de cuidarme y tratarme mejor.
Me he dado cuenta, que la oferta para cuidarme es muy generosa, muchas personas han ofrecido espacios de todo tipo y muy apetecibles. También, me he dado cuenta que todos estos espacios están siempre disponibles (pagando más o menos). No vivimos en una época donde haya falta de información o de oferta de actividades. De hecho, creo que el reto que vivimos es aprender a no perdernos en todo lo que hay y saber escoger lo que sí nos sienta bien, más allá de ‘la moda del momento’ (aclaro que estoy hablando desde el lugar de privilegio en el que vivo).
Creo que el reto que vivimos es aprender a no perdernos en todo lo que hay y saber escoger lo que sí nos sienta bien, más allá de ‘la moda del momento’.
Con todo este mejunje interno y externo, no siempre es fácil cuidarse. Para mi no lo es. Tampoco lo es fuera del confinamiento, quiero decir que aunque hayan muchos mensajes para cuidarme, la cuestión es aprender a hacerlo a cada momento. Y reconozco, que más tarde o más temprano, me despisto y tengo que volver a visitar mi brújula interna. Y esto me pasa durante el confinamiento, me ha pasado antes y sé que me pasará después. Aunque me encantaría que fuese diferente, parece que forma parte de la vida aprender durante toda la vida. Confieso que a veces deseo que lo que aprendo se extienda para siempre…y claro, cada situación es diferente y yo soy diferente a cada momento. No somos permanentes.
La vida es impermanente, variable. Yo también, y tú. Y esto qué quiere decir, significa que el momento presente es único (aunque a veces no lo parezca), que yo soy la única versión a cada momento de mi vida. Y qué pasa, que las personas nos empeñamos en que la vida sea permanente, controlable y eterna. La situación que vivimos estos días demuestra que la vida no es nada de eso.
Entonces, ¿qué podemos hacer con todo esto?
Lo primero de todo, haz lo que puedas. En la vida todas las personas hacemos lo que podemos con lo que nos pasa. Es muy fácil juzgarnos una vez ya ha pasado la situación. Lo que a mi me está sirviendo y me apetece compartirte es:
- Tener presentes aquellas actividades con las que siento bienestar interno (incluido el ‘no hacer’).
- También, tener en cuenta los ‘deberías del día’. Forman parte de la vida.
- Mi brújula interna es la que sabe lo que necesito a cada momento.
Y teniendo en cuenta los puntos anteriores, cuando me dedico tiempo de autocuidado pongo atención en lo que me está pasando en el momento y lo que necesito, es decir, en mi brújula interna. Y con esta información, escojo hacer la actividad con la que me voy a cuidar mejor.
Espero que mi reflexión y testimonio sobre el autocuidado y bienestar interno, pueda servirte. Estaré encantada de leerte si te apetece compartirte.